Por Seth
Esta es ideal para fans de la serie del grupo de amigos más simpático de la televisión. Ya pasaron ocho años desde su último capítulo y mientras crecen los rumores de una reunión en Central Perk –spin off o película es lo que se dice- y la serie «solista» de Matt Le Blanc en el papel de Matt Le Blanc (!!) sigue sumando adeptos, a un arquitecto español se le ocurrió realizar el plano con las casas donde transcurrió toda la historia de la serie… incluyendo los sillones donde Joey y Chandler se tiraban a ver televisión y el metegol de la pareja de amigos… rozando el límite entre la memorabilia de fanático y el absurdo…
Como pueden ver en la imagen anterior, el arquitecto español Iñaki Aliste Lizarralde no escatimó en detalles y dibujó todo a la perfección, como si fueran viviendas reales relevadas por un agrimensor para la municipalidad. El dibujo, realizado prolijamente en escala 1/75, retrata cada objeto, cada mueble y cada ambiente de esos hogares ubicados en ubicado en la 90 Bedford Street de New York, por donde han pasado cada uno de los personajes. Por ejemplo, en la casa de Chandler y Joey -el departamento Nº 19, a la izquierda- se ven los cómodos sillones en donde los personajes se tiraban a ver televisión, o el queridísimo metegol, aquel al que alguna vez se le metió uno de sus pollitos adentro y ninguno de los dos quería romper el objeto de culto para sacarlo. En el de enfrente, el Nº20, se ve cada uno de los ambientes y, claro, el famoso balcón donde transcurrieron varios encuentros amorosos. Y, para los muy detallistas, en ese mismo espacio hay un objeto blanco que podría ser la estatua del perro que se compró Joey cuando se mudó solo. Otra perlita: el cuarto con un signo de interrogación, que no sería otro que el famoso placard donde Mónica escondía de todo para mantener el orden de la casa.
Al finalizar la serie, la pareja de Mónica y Chandler, con sus pequeños gemelos, compraron una casa nueva y se despidieron del departamento donde transcurrió gran parte de la serie. La imagen final es la de la casa vacía. Mónica apaga la luz y cierra la puerta. Si se les escapó una lágrima recordando esta escena, como a mí, finalmente podemos concluir que el trabajo de Iñaki Aliste Lizarralde no es un absurdo, como propuse al principio, sino una muestra fiel de fanatismo.